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El puerperio puede  definirse como el periodo de tiempo que va desde el momento en que el útero expulsa la placenta hasta un límite variable, generalmente 6 semanas, en que vuelve a la normalidad el organismo femenino. Se caracteriza por una serie de transformaciones progresivas de orden anatómico y funcional que hacen regresar paulatinamente todas las modificaciones gravídicas (involución puerperal). Tras un parto, siempre quedan señales indelebles que indican que lo hubo, aún después de muchos años, sobre todo si el parto fue intervenido.

La involución, especialmente del aparato genital, y el establecimiento de la lactancia, son los hechos más característicos del puerperio, condicionando en general esta última que no se recupere el ciclo menstrual hasta al cabo de unos meses, incluso años, si la lactancia es a demanda y prolongada.

Este periodo de tiempo se divide clásicamente en:

Puerperio inmediato: las primeras 24 horas.
Puerperio precoz o propiamente dicho: desde el 2 al 7‑10 días (primera semana).
Puerperio tardío: hasta los 40‑45 días (retorno de la menstruación)
Cada vez se tiene más en consideración lo que algunos especialistas han denominado puerperio alejado, que se extenderá desde los 45 días hasta un límite impreciso. Algunos consideran a la mujer puérpera hasta que tiene la primera menstruación tras el parto, otros hablan de un “puerperio psicológico”, que tiene que ver con cambios emocionales y a nivel cerebral, que podría durar entre uno y dos años. Este puerperio alejado es un concepto todavía abstracto, que muchos profesionales de la salud no admiten, sobre todo por su imprecisión y subjetividad, pero que evidentemente existe, y las mujeres son testigos de ello. En Canadá ya se considera el puerperio como los primeros doce meses tras el parto (más información en el web Bebés y Más: «El puerperio no dura cuarenta días sino un año»).

El puerperio precoz se extiende durante la primera semana postparto, y es cuando ocurre la máxima involución genital, coincidiendo clínicamente con la mayor expulsión de loquios y la instauración de la lactancia.

A continuación les compartimos un extracto sobre  lo que nuestra querida Laura Guttman piensa sobre el puerperio:

«Para reflexionar sobre el puerperio es preciso abordar situaciones que no son ni tan físicas, ni tan visibles, ni tan concretas, pero no por eso son menos reales. En definitiva se trata de lo invisible, del submundo femenino, de lo oculto, de lo que está más allá de nuestro control, más allá de la razón para la mente lógica. Para hablar del puerperio, tendremos que inventar palabras u otorgarles un significado trascendental. Es oportuno considerar el período puerperal como un tránsito que dura entre dos y tres años, mientras nuestro campo emocional está compartido fusionalmente con el campo emocional del bebé. Es un tiempo en el que esa díada constituida entre nosotras y nuestro bebe navega un mar con sus propias leyes: lentas, silenciosas, curvas, íntimas y misteriosas. Durante este proceso el mundo concreto nos queda lejos. Esta experiencia puede traer consigo alteraciones precipitadas de la conciencia, abriendo un canal de percepciones extrañas que resultan innombrables para quienes nos hemos convertido en madres. De hecho después del parto, invariablemente las mujeres lloramos desconsoladas preguntándonos “¿quién soy?”, “¿qué me pasa?” y “¿qué he hecho yo para merecer esto?”. La certeza de haber enloquecido para siempre es mayor en la medida en que anteriormente nos hayamos identificado con aspectos relativos a la acción y la eficacia en nuestro desempeño cotidiano. Esto es especialmente sorprendente en las mujeres ordenadas, activas, cumplidoras, puntuales, exitosas y pensantes. Para colmo, en la medida que hayamos previsto y organizado con anticipación el funcionamiento del futuro vínculo con el hipotético bebé, el desconcierto es francamente aterrador. Sobre todo en los casos en que participamos seriamente en una preparación racional para el parto, seguimos puntillosamente todos los ejercicios, el parto en sí resultó medianamente satisfactorio y todo hacía suponer que la presencia del bebé continuaría con un desarrollo previsible. El problema para las madres recientes es aprender a sumergirnos simultáneamente en la inmensidad de nuestro campo emocional para luego emerger al mundo concreto (trabajo, dinero, preocupaciones cotidianas) y regresar una vez más al ritmo susurrante del bebe, en una danza para la que no tenemos entrenamiento. Mundo racional y mundo sutil. Mujer emprendedora y madre paciente. Acción y espera. Decisión y leche. El puerperio puede ser enloquecedor o puede ser una bendición. Depende si estamos dispuestas a sumergirnos en las aguas de nuestro yo desconocido. Y si buscamos sostén para la travesía».